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Fallout 4. Episodio 01: War, war never change.
Guerra, la guerra nunca cambia, eso fue lo que Nate dijo aquel día en que todo cambió…
Soy Karoline, una mujer de 29 años, inteligente y carismática, que dirige un bufete jurídico. Estoy casada con Nate, un exveterano que participó en la batalla de Anchorage. Él solía contarme sobre los horrores de la guerra y su deseo de que ni Shaun ni yo tuviéramos que experimentar algo así, aunque, por precaución, me enseñó a usar una pistola 10mm para mantenerme segura. Mi hijo Shaun es un bebé recién nacido.
Aquella mañana, el día en que todo se desmoronó y el mundo cambió para siempre, empezó como cualquier otra jornada habitual. Habíamos planeado ir al parque y asistir a la reunión de veteranos de Nate.
Mientras desayunábamos y veía la televisión, alguien llamó a la puerta. Era, una vez más, aquel extraño vendedor. Al abrir, me informó que, gracias a los servicios de Nate, habíamos sido seleccionados por Vault-Tec para asegurarnos un lugar en el Refugio 111 en caso de "una aniquilación nuclear". Tonterías, pensé. Aunque había tensiones por la guerra con China, ya la habíamos ganado, y no era la primera vez que surgían rumores al respecto. Todos conocen la teoría de la "aniquilación mutua asegurada" en una guerra nuclear: nadie saldría victorioso. Sin embargo, noté a Nate inquieto, como si supiera algo que yo ignoraba.
Continué viendo la televisión hasta que Codsworth me pidió que revisara a Shaun, que no dejaba de llorar. Fui a su habitación, y Nate también llegó.
Codsworth nos llamó con una voz claramente preocupada. Fuimos a la sala, y en las noticias comenzaron a hablar de cosas aterradoras: luces cegadoras, sonidos ensordecedores y explosiones. Habían perdido contacto con otras estaciones. En ese momento pensé: "Dios mío, ¿es posible? No, esto no puede estar pasando, me niego a creerlo...". Entonces, el reportero, al borde del llanto, confirmó explosiones nucleares en Nueva York y Pennsylvania. Su voz se quebró y la transmisión se cortó. En ese instante, rompí en llanto, pensando en Shaun, en Nate, en mis padres, mis amigos, mi trabajo, mi vida. Era el fin. ¡El FIN! Todo lo que conocía se desmoronaba en un instante, junto con mis sueños y aspiraciones.
Enseguida reaccioné y pensé en el Refugio 111. Había esperanza, al menos para Shaun, Nate y para mí.
Con Nate cargando a Shaun en brazos, corrimos hacia el refugio. A la entrada estaba el empleado de Vault-Tec, al que no dejaban entrar junto a muchas otras personas. Por suerte, al mencionar nuestros nombres, nos permitieron pasar.
Nos dimos prisa, sabiendo que en cualquier instante todo podía acabar.
Subimos, y de pronto sucedió lo inimaginable: la escena que jamás pensé presenciar y que espero no volver a vivir… un hongo nuclear. Era como si una pesadilla se hubiera hecho realidad.
Milagrosamente, no perdí la vista por el destello. La onda de choque se acercaba a nosotros, y si esto hubiera tardado un minuto más, habríamos terminado como manchas en la pared, igual que en Hiroshima y Nagasaki.
"¡Rápido, por Dios, baja más rápido!", pensaba. Por suerte, cuando la onda de choque llegó, ya habíamos descendido lo suficiente. Quizás el mundo terminó hoy, pero para mi familia y para mí, ¡NO!